Una lesbiana principiante
Para mi era un tópico, un tópico masculino, nunca se me había pasado por la cabeza, bueno, no en serio. Lo había oído, sobre todo de los tíos, ellos dicen que todas las mujeres somos bisexuales, claro, como no. Es como decir que a ellos le gustaría con dos tías, claro y a mí con dos tíos, ¡no te jode¡
Y sin embargo, ahora en un solo segundo todo esto pasaba por mi cabeza, bisexual, no se, pero estaba ocurriendo, y si al principio dude por un segundo, ahora ya, no quería parar.
Comenzó como una simple charla. Muchas veces habíamos hablado de sexo y saber como ella se lo hacía con su marido, o como podía hacérselo sola en la cama con él, me excito mas de una vez. Esto era distinto.
Debió de ser que las dos teníamos ganas, nunca antes lo hablamos, pero, dentro de la conversación, las risas fueron sucediendo, los comentarios sobre anécdotas durante el sexo y el comenzar a mirarnos.
Estábamos una frente a otra y mis ojos se fueron a sus pechos; ella vio mi mirada y la tensión subió, su sonrisa me dijo que no le molestaba y mi sexo se humedeció un poco más sólo de imaginar.
Poco a poco nos fuimos tocando, sin darle importancia, “mira mis pechos, ya no son lo que eran” y ver esos pechos duros y suaves, tocarlos y ver su gesto esperando sentir mis manos.
Acaricie sus pechos suavemente, era muy distinto a acariciar los míos, mucho más excitante, mi coño empezaba a mandar vibraciones de placer y pellizqué sus pezones. Eran unos pezones oscuros y pequeños y con mis manos se pusieron duros; la miré y sus gesto era una invitación a seguir.
Acerqué mi boca a esos pezones que tanto me excitaban y ella se dejo hacer, su cuerpo se acerco al mío, rozando sus caderas con las mías y flexionando su espalda para que yo la pudiese lamer. Verla tan cerca de mi, sentir su cuerpo, sus manos amarrándome las caderas, hacía que temblase todo mi cuerpo y deje de pensar.
Empecé a dar pequeños mordiscos a sus pezones y grititos de placer salían de su boca, mis manos recorrían su cuerpo, su cintura, sus caderas, acercándola mucho a mí, a mi cuerpo, quería que fuésemos una.
Sus manos recorrían el mío, y la ropa fue desapareciendo y cada vez había más piel con piel. Nos sentamos en el sofá, y le pedí que se tumbase, quería probar esa piel, ese cuerpo, recorrerlo con mi boca disfrutando de su sabor nuevo para mí.
Mis dedos hurgaban en su coño y ella se dejo hacer. Sus manos intentaban agarrar las mías, pero de una forma suave, sin resistir, y ello me hacia desearla más.
Mi boca recorría sus caderas, y mis dedos entraban en su coño mojado una y otra vez, sus gemidos de placer me torturaban, no quería parar, quería oírla gritar.
Baje mi boca hasta su coño, y probé su sabor, ella se movía con mis dedos y mi lengua, y su espalda se arqueaba con las embestidas de mis manos, con mis dedos entrando en su coño y mi lengua en su clítoris; nunca antes había sentido tanta excitación, tener a una mujer a mi antojo y verla en mis manos.
Mi coño palpitaba de verla así, baje una mano y comencé a tocarme, mi clítoris estaba duro y sensible, a punto.
Seguí lamiendo el suyo, y metiendo mis dedos en ese coño cada vez mas abierto y mojado, sus gemidos me volvían loca de placer, su cuerpo tenso, con la espalda arqueada, la visión era demasiado para mi.
Su gemidos se aceleraban, su clítoris duro y su flujos mojaban mi mano, ver sentir, y paladear algo así, no me dejaba pensar en nada más que en seguir; mis dedos tocaban mi coño, estaba a punto de correrme, con ella las dos a la vez, no quería parar, quería verla a ella, hacerla gozar, y después sentir su boca en mi coño, su lengua.
Así que emplee mi dos manos, agarre su culo levantándolo acercando mas su coño a mi boca y mis dedos dentro de su coño, moviéndolos sin parar, y allí estaba, sentí como iba a llegar, y disfrute de oírla, de ver sus espasmos de placer, de lamer su clítoris duro, de sentir como salían sus flujos para mi y seguí lamiéndola mientras ella se dejaba caer rendida en el sofá.
Mi re su cara de placer, sus manos se acercaron a mi coño y nada mas tocarme sabia que no resistirá mucho, verla así me había excitado tanto, ver su cuerpo, probar su piel.
Me acerque a su cara y levantándose, hundió su boca en mi coño, yo abría bien mis piernas y levantando una la apoye en el brazo del sofá, quería sentir su lengua.
Sus dedos entraron en mí. Estaba tan mojada que no hubo resistencia, y en cuanto su lengua lamió mi clítoris sabia que iba a acabar.
Movió sus dedos, entrando y saliendo de mí, mis pezones estaban duros de tanta excitación, y mis gemidos eran más y más rápidos.
Su lengua recorrió, todos mis huecos, y sus dedos entraban mas profundo cada vez, no iba a resistir mas, estaba a punto.
Con su otra mano agarro mis caderas, apretándome mas a su boca, y su lengua apretaba mi clítoris y daba pequeños mordiscos que me hacían temblar. Todo este placer recorría mi cuerpo, sentía el calor que subía hasta mis hombros con un sudor frió, y no pude aguantar…. un grito de placer, arqueé mi cuerpo con la corriente de placer, era increíble algo así.
Separo su cara y sus manos de mí. Yo me dejé caer junto a ella en el sofá, unos segundos de silencio y nos miramos, las dos teníamos cara de placer y había sido genial. Nos reímos, y dejamos que las risas nos relajasen, sentadas juntas piel con piel.
Ella.
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Naya -
perversa -